viernes, 2 de octubre de 2009

Capítulo 6

Me dirijo hacía mi casa, necesito cambiarme de ropa, este disfraz de chica buena no es nada útil.
Tardo lo justo para ponerme unos pantalones cómodos, unas zapatillas deportivas y poco más. Bueno, también para coger un par de armas, hoy me decido por la Beretta usual y una Bersa Thunder 22, acaba la primera en mi cintura, bien encajada en su funda, y la segunda en el bolso, por si las moscas.
Tengo una carroza más que un coche, matizo, tengo algo que parece una carroza, pero que me sirve para la ciudad, Harbor le metió mano porque decía que necesitaba algo más discreto para algunas vigilancias que mi deportivo. Parece increíble que este utilitario tan triste lleve un motor de 8 cilindros en V, 5.500 c.c, con casi 400 caballos de potencia, y se ponga de 0 a 100 en 5,8 segundos.
Me encanta el ronroneo que hace cuando arranco, si es que soy una sentimental.

Propuse un cambio de cuartel hace ya mucho tiempo, hay ciertas cosas que se necesitan hacer en la intimidad de “hogar”, y aprovecho la distancia de mi casa para alejar a posibles intrusos de donde no deben.
Así que pongo música y me dirijo a donde me aguardan las chicas.

No tardo demasiado en llegar, no he visto la moto de Rose aparcada fuera, así que sé que otra vez llega tarde: un rasgo de carácter dice siempre, no soy capaz de cambiarla.

- Hola, Harbor, ¿qué tenemos para hoy?.
- Buenas, jefa. Llevo un rato ajustando la mira del M24, la tiene desviada y se desplaza el tiro medio centímetro cada mil cuatrocientos metros.
- Harbor, no lo uso nunca a más de novecientos metros.
- Ya, lo sé, pero quiero dejarlo perfecto.
- ¡Oye!, ¿qué hacen aquí diseminadas las piezas de dos de los ordenadores?, ¡todas las piezas!.
- Ah, es que oí algo raro cuando los arranqué hoy y quería confirmar que no pasaba nada raro.
- Define raro.
- Era como cuando suena el aire a través de la ventana.
- ¿Cómo el aire?, ¿no sería como el viento de este ventilador a través de esta mirilla, eh?.
- Uhm… valoraré el dato.

Sólo puedo suspirar, el exceso de celo a veces me desespera.
Un día tuve que posponer un trabajo porque se quedó tanto tiempo cuadrando la munición para que no faltaran menos de cinco cajas, con 30 balas, organizadas por tamaño, por arma, que cuando acabó el avión ya había despegado. Fácil si sólo llevara dos, pero en esta ocasión me hacía pasar por una comercial de una compañía armamentística y no portaba menos de 35 clases diferentes.

A lo lejos oigo una moto de gran cilindrada. Me acerco a los monitores a confirmar que es Rose. Puedo ver en las pantallas como se baja y despoja del casco. Al poco se abre la puerta y entra.
- ¿Qué tal chicas?.
- Llegas tarde, como siempre, algún día te voy a despedir.
- No llego tan tarde, es el reloj que no ha sonado.
- ¿Pero lo has puesto?.
- No.
- Dadme paciencia…
- Bueno, me hago un café y nos cuentas.
- ¡A mí un chocolate, gracias!.-Le grita Harbor sin levantar la vista de lo que hace.
- ¿Quieres algo jefa?.
- Ya lo pedí: paciencia.

Viene con las dos tazas y nos sentamos para avanzar los últimos datos.
Harbor deja a regañadientes lo que tiene entre manos, le cuesta dejar las cosas. ¿Tendrá algún trauma de niña sin juguetes?.
Comienzo yo, siempre lo hago.

- Harbor ya me ha dicho que anda aún con el rifle, y se ha montado su propio puzzle electrónico. ¿En que te ocupas tú estos días?, ¿qué novedades hay?.
- He estado descargando los últimos mapas que tiene la compañía del agua, han colocado nuevas tubería y salas de montaje que no teníamos en nuestra base de datos, también he instalado una puerta trasera en el sistema de archivos de la Propiedad y de la Seguridad Social, me ha costado un poco, por lo visto han pillado un par de vulnerabilidades y se cargaron el espía anterior que les puse, no hemos perdido mucha información, hice un backup hace nada. Ah, y me he cortado el pelo.
- Bien. -La miro con desesperación.- Pues tenemos un nuevo trabajo entre manos. He estado esta mañana con nuestro gordito feliz, y me ha dado algo de despojo, pero viendo el tiempo que hace que no tenemos nada entre manos, no nos vendrá mal desempolvarnos. Esta vez son dos piezas.

Harbor y Rose ya no se escandalizan por los resultados de nuestro trabajo, no es que estén a favor del asesinato, pero trato de coger encargos que puedan considerarse medianamente morales: asesinos, ladrones de alto estanding, maltratadores, etc.. Al cabo de un tiempo se acostumbraron y dejaron de preguntar: ¿por qué?.

- ¿Dos son el doble de pasta?.
- Sí.
- ¡Bien!, he visto un traje de noche que ni Marilyn Monroe.-Dice contenta entre tragos de café, Rose.
- Pero hay un detalle especial esta vez: no sabemos quienes son, sólo tengo unas fotos.
- ¡Eh, genial!, así puedo probar el programa de reconocimiento facial que implementé.
- Además hay otro detalle: Tiene que ser en el momento y lugar que nos indiquen. Tendremos que utilizar todo lo que esté en nuestra mano, cuanto antes acabemos, antes pasamos a otro asunto más usual.
- Esto no me gusta, que nos obliguen a que sea cuando y donde decidan nos cierra la puerta de la oportunidad.- Harbor normalmente suele estar más tiempo escuchando que hablando en estas reuniones, así que sólo puedo mirarla para transmitirle que tampoco confío en el plan.- Esto me huele mal, parece una encerrona.
- No te rayes, lo hace más emocionante, además no somos nosotras las que estamos allí, ¿verdad, jefa?.- Me dice mientras me guiña un ojo.
- No, no estaréis allí.

Mientras que reparto las fotos que me ha dejado Bruce, intento pensar modos de averiguar quienes son estos dos. No va a ser tan fácil.

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