domingo, 13 de septiembre de 2009

Capítulo 1

Odio el super, sí, cada vez que vengo me pregunto mil veces por qué habré dejado mi C-4 en casa… mi C-4, mi rifle de asalto, mi Beretta , mi rodillo de amasar pan… cualquier cosa que haga que las viejas inoportunas que se me cuelan en la pescadería tengan un placentero viaje al más allá.

Cuando paso al lado de los espejos de seguridad no me reconozco, no puedo ser esa mujer con ojeras y moño despeinado que viste una camiseta desteñida. ¡Qué bajo he caído!, quien iba a pensar que alguna vez acabaría de este modo.

Me llamo… bueno, podéis llamarme Hide, y hasta hace poco era la más letal y efectiva asesina a sueldo que se podía encontrar en el mercado de mercenarios. Pero llegó la crisis, y de pronto dejó de ser productivo cargarte a los competidores y cabos sueltos. No acabo de entender el porqué, teniendo la gran gama de precios que tenemos, que tampoco es tan caro contratarme para acabar con la vecina que te tira el agua de los geranios en la ropa colgada.

Así pues, aquí me encuentro, tratando de no romperle el cuello al que me atropella con el carrito por el pasillo de los detergentes, parece que últimamente le dan el carnet de conductor a cualquiera que tenga alma de kamikaze.
Me lo tengo merecido, eso me pasa por no haber guardado nada en todos estos años, pero es que las fiestas en las que corría el champán por doquier eran casi necesarias.

Desespero por un trabajo, me voy a volver loca como siga haciendo de ama de casa, nunca había echado tanto de menos mi profesión: su emoción y su riesgo.
La última vez que actué fue en Sudáfrica: se me encargó acabar con las presiones que ejercía un cacique local sobre un traficante de armas, por alguna extraña razón parece que no le sentaba muy bien que las cajas con los cohetes tierra-aire se extraviasen siempre en los controles que el primero ponía.
El trabajo estaba bien pagado, el riesgo era aceptable, y afortunadamente para Rose, mi ayudante de tácticas, al final resultó más sencillo de lo proyectado, ya que el jerarca había acabado creyéndose su aire de divinidad intocable autoimpuesto, y redujo su guardia personal a sólo cuatro gigantones con metralletas de corto alcance.
Para facilitarme la tarea organizó una fiesta a los más altos cargos de la zona, y conseguí entrar como una invitada más, llegó a ser hasta divertido cuando me colé en su habitación y le dejé preparada aquella guillotina especialidad de Harbor, ella siempre me provee de las más ocurrentes armas. Quizás el baño de sangre fue algo excesivo, Harbor nunca medita a la hora de controlar los efectos de sus juguetitos, pero nada que un cambio de vestido y un buen peeling no pudiera arreglar.
Algo más complicada fue la salida de la residencia ya que el sistema de seguridad había sido ampliado ese mismo día y no entró dentro del análisis de riesgos que preparé. Sin embargo logré escapar justo a tiempo antes de que…

¡Mierda, ya está el teléfono sonando de nuevo!... y sé quien es sin cogerlo, grrr…
-Dime… mamá, ¿qué quieres ahora?
-Oye, ¿dónde estás?, bueno, da igual, venme a buscar que quiero ir a comprar una máquina de correr.
-¿ein?, ¡pero si tu no puedes correr, tienes hernia discal!, ¿para qué quieres una cinta de correr?
-Es que está barata y claro, no hay que desaprovechar la oportunidad.
-No, mamá, da lo mismo que sea gratis, tú no puedes usarla, es absurdo que la compres, la vas a dejar tirada como tantas cosas antes.
-¡Se lo voy a decir a tu padre, que nunca quieres llevarme a comprar, con todas las cosas que yo hago por ti, eres una desagradecida, te he criado para que luego me salgas así, que poco te pareces a la hija de la vecina, ella sí que es una buena hija, está todo el día con su madre, sale hasta con ella de juerga!
-Mamá, tienes 60 años, ¿a qué juerga se supone que quieres ir?
-¡ya me lo dicen mis amigas, pobrecita de mí, que tengo una hija que..
-¡¡¡está bien, está bien, ya voy!!! Grrrrr.

Maldita sea, ¿por qué regresé a la misma ciudad de mi madre?. Tiene el don de hacerme perder los papeles en tres frases.

2 comentarios:

  1. Siempre puedo encargarte el trabajito de eliminar a tu madre. Las amigas estamos para eso, ¿no crees?

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, cobro caro, pero no saldrá viva del Carrefour si así me lo pides, tengo en mente una muerte por avalancha de melones en la frutería que flipas :)

    ResponderEliminar