lunes, 14 de septiembre de 2009

Capítulo 2

Los asesinos en serie no se anuncian en la guía, no encontrarás un anuncio del tipo: “Asesina francesa universitaria, guapa, con dos grandes armas, hago de todo: corbata francesa, tortura china natural. Me desplazo”, por esa misma razón es tan importante mantener una red de clientes satisfechos e informadores discretos que hagan llegar fácilmente la necesidad de un profesional a nuestros oídos.

En mi caso, mi empleador usual, aunque soy autónoma, es un tipo del que más vale ser amiga, no por la calidad de los trabajo que me consigue, sino porque el no tenerle de mi lado me acarrea más inconvenientes que ventajas.
Bruce no cuadra con la categoría de gordito afectuoso y feliz, es más, creo que si hubiera una entrada en el diccionario de “hijo de perra, traidor y misógino” su cara estaría ilustrándola. Pero es el procurador de trabajo más eficiente y que mejor paga de todo el mundillo.
Esa es su única parte buena.
La mala: ¿he dicho que es un hijo de perra traidor?.
Bruce no tiene moral, no creo ni que sepa que significa eso, lo mismo te contrata para hacer un encargo que da el mismo a otro asesino, y la cara de sorpresa cuando llegas tarde a tu objetivo y le ves muerto roza con la ira.
Mi Némesis, si quitamos a mi madre, la cual roza el culmen del sufrimiento filial, no es el gordito desalmado, es un grupo de mercenarios que se hacen conocer con el nombre de DS. Nuestra relación podría resumirse en un simple odio mutuo.
Nos hemos boicoteado trabajos por todo el mundo, desde pequeñas escaramuzas en Azores a verdaderos trabajos de ingeniería planificadora en Oriente Medio, pero siempre se me quedará grabado el verles matar a sangre fría a uno de los suyos en plena acción en Londres.
No quiero decir que la matanza me escandalice, si fuera así no trabajaría de lo que trabajo, fue el modo en el que lo hicieron: sin previo aviso, sin que nadie lo esperase, al menos aparentemente, porque justo en ese momento se felicitaban por terminado la misión, y entre risas, cogieron al pobre infeliz y le hicieron comer una granada de presión, después le colocaron en un torno y el resto es historia escrita en todas las paredes con bilis, sesos y restos humanos, todo amenizado por carcajadas aún más altas.
Pero así es Bruce, y así es el mundo en el que me muevo, has de saber donde pisas porque puede que sea tu último paso.

Como me fastidia tener que recurrir a esa bolsa de grasa para salir de esta inacción.

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