lunes, 28 de septiembre de 2009

Capítulo 5

Soy consciente de que no cuento con un equipo que pueda considerarse la elite de la investigación, pero cuando me planteo prescindir de cualquier miembro me siento como la veterinaria que ha de ponerle la inyección al perrito moribundo. Sé que no es profesional por mi parte, pero hasta ahora no hemos fracasado en ningún golpe.
Suponiendo que el que falle el silenciador de la automática por un exceso de pulido no cuente. Ni que se tenga en consideración el que entres por la puerta errónea debido a un plano equivocado. Obsesión de Harbor uno, despiste de Rose otro.

Así que cada vez que me encargan algo nuevo, no puedo evitar sentir una punzada de ansiedad: ¿qué puede ir mal esta vez?, algún día no salgo viva.
El trabajo de hoy es diferente, temo que será peor, teniendo en cuenta que generalmente me dan todo lo necesario para empezar a planificar, esta vez se han lucido: Bruce, maldito bastardo, ni el nombre me ha dado.
Tendré que utilizar casi todos mis informantes, y no me gusta pedir favores.

Llamo a las chicas, a veces me han cuestionado el que mi equipo esté compuesto sólo de mujeres, bueno, por un lado, sólo son dos, con lo que tampoco es que sea una feminista radial, y por otro lado, mis experiencias anteriores han acabado mal porque uno de ellos no acababa de asimilar que quien al final tomaba las decisiones era una chica, y el tener que demostrar continuamente mi capacidad agotó mi paciencia. En otra ocasión el asunto terminó peor de lo esperado, hay hombres que no entienden que un no es un no, y que no todas las mujeres necesitamos que nos hagan un favor, la cosa se resolvió con un cuerpo más en la estructura de un edificio en construcción. He de decir en mi descargo que fue defensa propia.
Por eso mi siguiente elección fueron ellas, y después de estos años, he tenido menos problemas que anteriormente, siempre y cuando imaginemos que el que mis posibilidades de ser atrapada y asesinada debido a sus “despistes” no son a propósito.

A Harbor la conocí en una reunión con un colega de profesión, le mencioné mi dificultad en encontrar alguien que controlase el equipamiento militar lo suficiente como para llevar el mantenimiento de mi arsenal, pero no tan inmiscuido dentro de la milicia como para despertar sospechas si hubiera que conseguir nuevo material proveniente de allí.
A veces su excesiva paranoia para que todo esté correcto me desquicia un poco, no deja nada a la imaginación, y en cuanto las cosas salen de lo previsto no deja posibilidad de flexibilidad porque no lo ha anticipado. Las cosas son o blancas o negras y cuadriculadas, vamos, que sigue parece que sigue viendo la vida en televisores de los años 50. Pero hace que si puedo fiarme de algo es de su trabajo, nunca (o prácticamente nunca) falla.

Por otro lado, justo en el espectro opuesto está Rose, ya casi ni recuerdo como entró a formar parte de mi pequeña camarilla, no lo recuerdo porque estaba borracha perdida un día de esos que no hay trabajo a la vista, ni posibles amenazas cerca. No hay nada como ir de juerga a un pueblo con menos habitantes que un centro comercial en rebajas para que se minimice el riesgo a umbrales insospechados.
Lo único que flota en mi memoria es que casi me caía al intentar abrir la puerta de la habitación de mi hostal cuando apareció ella tan borracha como yo para ayudarme.
Lo siguiente que viene a mi memoria es estar durmiendo en la bañera y tenerla con la cabeza dentro del váter… lo reconozco, la desperté tirando de la cadena y viendo su cara azul por el limpiador colgado allí. Hacedme caso, no os riáis a carcajadas con resaca: duele.
Nos quedamos hablando y resultó que tenía estudios en ingeniería, pero que como no le gustaba trabajar once meses al año estaba dando tumbos. Algo me hizo ofrecerle el puesto, ese algo fue el resto de alcohol en mis venas, de eso estoy segura.
Hasta ahora es mi mayor “enemiga”, teniendo en cuenta que la mitad de las veces que sigo sus planes estoy a punto de morir, pero le he cogido cariño… espero que se acuerde de eso cuando tenga que escribir un epitafio en mi lápida.

1 comentario:

  1. Gracias a ti por el comentario :-) y por pasarte por aquí.
    Soy española, de la capital.

    Y gracias por el ofrecimiento, te lo haré saber ;-)

    Saludos!

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